Ganada la primera etapa, Bayrou, de 73 años, de una vida en política, se halló frente al "Himalaya del déficit", admitió él mismo al despedir a su predecesor y coetáneo, Michel Barnier en el pasaje del mando. Y pensando ya qué cosa podría ayudarlo en la subida más difícil: la prudencia de Marine Le Pen, que con desde hace tiempo tiene un canal de diálogo privilegiado. Luego el pacto que Emmanuel Macron le preparó con la izquierda, la no confianza.
En definitiva, Bayrou, seis hijos con su esposa Isabel y quince nietos, intenta escalar el Himalaya con la ayuda de su único amigo verdadero, el rey Enrique IV, al que dedicó libros y estudios. Y una idea fuerte: "Reconciliar a los franceses". Tal como lo hizo su rey hace 500 años.
Es una mañana interminable y la más fría de la temporada que motivó el escueto comunicado del Eliseo con el nombramiento de Bayrou, favorito desde hacía días, pero que de repente tropezó con el "no" de Macron. A las 8.30, hora local, lo vieron entrar por la puerta principal del Elíseo, todo parecía ir según lo previsto, pero había varios nombres más en la agenda del presidente. Y la noche había convencido a Macron de nombrar a otra persona: algunos dicen que Roland Lescure, exministro de Industria, joven, socialista de nacimiento y luego macroniano; o Sébastien Lecornu, exministro de Defensa, también cercano al presidente y con vía rápida hacia Le Pen.
La temperatura en el estudio de Macron alcanzó rápidamente niveles de alerta, la historia filtrada a los medios habla de un Bayrou furioso, que amenazó con retirar a sus seguidores del bloque central que apoya a los gobiernos de la era Macron desde 2017. Poco menos de dos horas después, Bayrou salió por una puerta trasera, mientras que los sitios de televisión y medios de comunicación dijeron que estaban seguros de que su destino estaba sellado. Pero los otros nombres habían desaparecido de la agenda, las citas canceladas y supo que había tocado las teclas justas del hombre al que, en 2017, ayudó a entrar en el Elíseo.
"No ignoro nada sobre el Himalaya que se alza ante nosotros", dijo unas horas más tarde, expresando su "agradecimiento" a Michel Barnier durante la entrega en el frío glacial del patio de Matignon. Las cuentas públicas, el presupuesto, el déficit "siempre han estado en primer lugar en mis campañas electorales - recordó -, incluso cuando me llamaban loco. Nadie conoce mejor que yo la dificultad de la situación política y presupuestaria del país. Esto se debe a que el déficit presupuestario "es una cuestión que plantea un problema moral, no sólo financiero", añadió Marine Le Pen, que de él recibió solidaridad cuando estuvo bajo proceso por irregularidades de los asistentes de los europarlamentarios (acusación en la que están en curso también Bayrou y de la que, por el momento, fue liberado) no lo despidió inmediatamente: "No actúo ante la amenaza de la moción de censura", afirmó la líder de Rassemblement National, pero, pero al mismo tiempo, "no asumo ningún compromiso de censura".
Somos "muy prudentes -explicó-, esperamos ver cómo se construye el presupuesto". Expectativa y "ninguna decepción" también de la izquierda -en el respeto del pacto estipulado por las fuerzas políticas el pasado martes con Macron-, mientras Bayrou no recurra al artículo 49.3, que permite a los gobiernos aprobar una ley "contundente" sin ser votada por el Parlamento.
Por consiguiente, los Républicains no colocarán un voto de desconfianza aunque no ingresen al gobierno.
Por lo tanto, se espera que Bayrou apruebe la declaración de "política general" ante los parlamentarios. El Himalaya del nuevo primer ministro, que hará que la izquierda y la extrema derecha digieran un presupuesto pesado sin tomar el atajo de un voto de censura, está por delante. "Intentaré reconciliar a los franceses, como hizo mi amigo el rey Enrique IV -dijo, repitiendo a todos que fue nombrado el día del cumpleaños de su ídolo-. No solo es necesario, sino que es el único camino que puede llevarnos al éxito."
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