Los miles de peregrinos de todo el mundo partieron tanto desde la nueva Piazza Pia, peatonalizada por el nuevo paso subterráneo al comienzo de Via della Conciliazione, como desde la estación de metro de Via Ottaviano, también peatonal como la restaurada Piazza Risorgimento.
La multitud se agolpaba por los detectores de metales colocados bajo las columnas de Bernini en el acceso a la Plaza de San Pedro y luego a la Basílica Vaticana a través de la Puerta Santa.
Todo ello bajo la atenta mirada del enorme servicio de seguridad desplegado en la zona y formado por la policía, los carabineros y la Guardia di Finanza - así como en el interior del Vaticano por la gendarmería y la guardia suiza - que durante todo el Año Santo mantendrán un elevado nivel de vigilancia.
Ayer, después de la que abrió el Papa en la prisión de Rebibbia el 26 de diciembre, también se abrió la Puerta Santa en la Basílica de San Juan de Letrán, en una ceremonia a cargo del cardenal vicario Baldo Reina. Y allí también se formó inmediatamente una larga fila de miles de peregrinos.
Las dos últimas Puertas Santas que se abrirán en las restantes Basílicas Papales son las de Santa María la Mayor el 1 de enero y la de San Pablo Extramuros, el 5 de enero. El Jubileo de 2025 no incluye otras Puertas Santas ni en Roma ni en el resto del mundo.
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