Por Manuella Tulli - En el mundo se necesita "una sana laicidad", no una interpretación "enyesada" de la misma que obstaculice el diálogo entre la Iglesia y las instituciones civiles. El Papa desea para los cristianos "una ciudadanía constructiva" porque la "fe no es un hecho privado", "privatizarla es una herejía".
En el país que hizo de la laicidad un tótem, es decir, Francia, Francisco invierte el paradigma e invita a la colaboración "para trabajar juntos al servicio de cada persona, empezando por los últimos".
Justo al final de su viaje de un día a Córcega, Bergoglio se reunió con el presidente francés Emmanuel Macron, quien le regaló un libro sobre Notre Dame, después del gran evento de la inauguración de principios de diciembre, en el que Francisco eligió no participar.
Por las imágenes se puede ver que la reunión con el presidente, que duró 40 minutos, aunque el gesto de Macron hace pensar que para los franceses la decisión de Francisco de no ir a París fue mal digerida.
En cualquier caso, en su cuenta de la red social X, Macron agradeció al Papa por su visita a la tierra francesa: "Un gran honor para todos los católicos de Francia como para todos los franceses. Gracias al Papa Francisco por su histórica visita a Córcega", escribió el presidente de la República.
Por otra parte, el mensaje de Francisco en Ajaccio fue un mensaje fuerte y muy político, hecho no en París, sino en una periferia de Francia, donde la gente lo saluda desde los balcones y le da la bienvenida -él primer Pontífice en visitar Córcega- con gran calor.
Por otra parte, en la isla mediterránea ocho de cada diez personas son católicas y la fe se muestra en los pueblos y plazas con las procesiones y los cantos de las cofradías.
El otro mensaje es para los populismos que crecen en el viejo continente, a menudo apelando a la religión.
Por lo tanto, es necesario evitar el riesgo de que "la piedad popular sea utilizada, instrumentalizada por agregaciones que pretenden reforzar su identidad de manera polémica, alimentando los particularismos, las contraposiciones y las actitudes excluyentes. Todo esto no responde al espíritu cristiano de la piedad popular y llama a todos, en especial a los pastores, a vigilar, discernir y promover una atención continua sobre las formas populares de la vida religiosa".
El Papa eligió la Córcega de Napoleón Bonaparte, aquí todo habla de él, para promover la fe de los simples, la de la "Madonuccia" tan querida en Ajaccio porque, según la tradición, en 1656, los protegió de la peste. Pero las cofradías, con sus cantos y oraciones en lengua corsa, también marcan una identidad que los distingue de París, aunque con tonos más conciliadores que en el pasado.
No faltó el llamamiento por la paz: en el Angelus el Papa pidió a la "Madunnuccia", venerada en Córcega, que intercediera por la paz.
"Desde esta isla del Mediterráneo, elevamos a ella la súplica por la paz: paz para todas las tierras que se asoman sobre este Mar, especialmente para la Tierra Santa, donde María dio a luz a Jesús. Paz para Palestina, para Israel, para el Líbano, para Siria, para todo el Medio Oriente! Paz para Myanmar. Y la Santa Madre de Dios obtenga la anhelada paz para el pueblo ucraniano y el pueblo ruso. Son hermanos, son primos, que se entienden. La guerra es siempre una derrota. Paz", fue el llamamiento del Papa Francisco.
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