Con un viaje rápido, el desarrollo de un delicado sistema de protecciones y limitaciones legales, el anuncio de Montevideo y los líderes latinoamericanos a su lado: Ursula von der Leyen finalizó así los más de veinte años de negociaciones entre la UE y Mercosur.
La firma del acuerdo pone fin a una primera y muy larga parte de negociaciones que atravesó a decenas de gobiernos a ambos lados del Atlántico y que a menudo terminaron en un punto muerto.
Pero con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el tiempo de espera tuvo que terminar para la presidenta de la Comisión Europea.
"Es un día histórico, es un acuerdo ambicioso y equilibrado", exclamó Von der Leyen.
La conclusión de las negociaciones entre Bruselas y Mercosur arroja varias pistas sobre el modus operandi de Von der Leyen, llamado a avanzar de forma mucho más decisiva que hace unos meses.
En cuanto al acuerdo de asociación, la presidenta de la Comisión Europea demostró que avanza por su propio camino, a pesar de la clara oposición expresada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
Y lo reiteró hoy desde París: "El acuerdo sólo vincula a la Comisión, no a los Estados miembros", fue el lapidario comentario de la dimisionaria ministra de Comercio Exterior, Sophie Primas, quien predijo una dura batalla por la ratificación.
A ello pesan también el casi rotundo "no" de Polonia y Austria, las fuertes dudas de Italia y las reservas de Holanda e Irlanda.
"Hemos escuchado las preocupaciones de los agricultores, el acuerdo genera más puestos de trabajo y grandes oportunidades", subrayó Von der Leyen.
El acuerdo, ciertamente, amplía los tentáculos de la política comercial europea y apunta a crear un mercado único de 700 millones de personas.
El texto, que elimina los aranceles sobre más del 90% de los bienes exportados e importados entre la UE y Mercosur, prevé el cumplimiento de los acuerdos climáticos de París, un freno de emergencia en caso de un aumento excesivo de las importaciones agroalimentarias y un asignación de 1.000 millones de euros para compensar cualquier daño a las empresas rurales.
Von der Leyen asumió la responsabilidad de parafrasear el texto basándose en el artículo 207 de los Tratados: "La competencia para negociar acuerdos comerciales con nuestros socios es exclusiva", afirmó un portavoz del ejecutivo europeo.
Pero el choque con algunas capitales sólo se ha pospuesto.
La pelota, sin embargo, está en manos del Palacio Berlaymont, que deberá decidir las bases jurídicas para la aprobación del texto.
Para presentaciones legales y traducción del texto, se esperan entre 6 y 8 meses.
Y es en este período cuando la Comisión negociará con los países rebeldes, implementando probablemente algunas compensaciones paralelas.
Además, es probable que Bruselas siga un camino ya recorrido en los acuerdos con Chile, Canadá o Japón: el de optar por una aprobación provisional del acuerdo, separando efectivamente la parte comercial de la política.
En este caso, en el seno del Consejo de la UE y antes de la ratificación de los 27, se necesita una mayoría cualificada para dar luz verde.
Si se llega a un acuerdo "mixto" sobre la mesa, se necesitaría una unanimidad casi imposible.
Además del Consejo de la UE, el acuerdo también debe ser aprobado por la Cámara Europea donde, advierten los Verdes, "es difícil que haya mayoría".
Pero es con las capitales donde, en una situación en la que los movimientos proteccionistas y anti-UE están en constante aumento, el choque se volverá muy duro.
A muchos no se les ha escapado que, a pesar de lo comunicado anteriormente, Von der Leyen no estará en las próximas horas en la inauguración de Notre-Dame de París.
Y si Alemania -al igual que España- aplaudió fuertemente el acuerdo, el gobierno de Giorgia Meloni registra sensibilidades diferentes.
"No estoy de acuerdo con el triunfalismo, necesitamos garantías de reciprocidad y de protección de nuestros productos", advirtió el ministro Francesco Lollobrigida.
La posición del viceprimer ministro Antonio Tajani es mucho más abierta, mientras que la Liga de Matteo Salvini cerró hablando de una "amenaza para los agricultores".
Además, desde Confagricoltura hasta Confagri y Filiera Italia, pusieron de relieve los "daños" y la "parálisis" para el sector que el acuerdo podría traer.
Para Assolatte, sin embargo, el acuerdo podría suponer 245 millones de euros para el sector lácteo europeo.
También porque en Europa son muchos los que subrayan las ventajas de una firma que, en palabras de la confederación empresarial de la UE, representa "un buen comienzo" para la nueva legislatura.
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