El fin de una pesadilla, 21 días detenida en la tristemente célebre prisión para presos políticos de Evin, sin siquiera una cama donde dormir, tras haber sido detenida por una acusación genérica de violación de las leyes de la República Islámica.
La tensión de estas tres dramáticas semanas se disipó en la sonrisa de la joven periodista italiana, inmortalizada en las primeras fotografías a su llegada al aeropuerto de Ciampino, en la periferia de Roma, recibida por la premier Giorgia Meloni y el canciller Antonio Tajani. Representantes de un gobierno que logró este éxito después de delicadas negociaciones a nivel diplomático y de inteligencia.
Una negociación con Teherán, y en la línea Roma-Washington, complicada desde el principio por un caso engorroso: Mohammad Abedini, el hombre de los aviones no tripulados iraníes que fue detenido en Malpensa (el aeropuerto de Milán), sobre el cual está pendiente una solicitud de extradición de los Estados Unidos, y que Teherán, en cambio, demanda que sea liberado. Una historia aún por escribir, aunque por el momento se puede disfrutar del alivio para la reportera romana, plasmado en sus palabras tras el abrazo con su padre: "Por fin se acabó este paréntesis".
La familia Sala, hace apenas unos días, había lanzado un llamamiento al silencio de la prensa, para permitir a las autoridades italianas seguir tejiendo su red en el más estricto secreto y traer a Cecilia a casa lo antes posible.
Las conversaciones con Teherán continuaron hasta el punto de inflexión de hoy, poco antes del mediodía, cuando el Palazzo Chigi anunció el despegue del vuelo procedente de Irán. Meloni agradeció a "todos los que contribuyeron a hacer posible su regreso". Un trabajo "bajo el radar, que a veces recibe críticas, porque así se obtienen resultados", afirmó Tajani, explicando que "la situación se resolvió de la noche a la mañana".
A su llegada a Ciampino, Cecilia muy conmovida fue recibida con aplausos en la sala del aeropuerto y agradeció al primer ministro llevándose las manos al pecho y luego estrechándolas. "No digas nada, ahora solo tienes que mantener la calma. Estoy aquí para agradecerte y decirte que estuviste fuerte", respondió Meloni.
Y, por supuesto, llegó el abrazo con sus padres y con su pareja, el periodista Daniele Raineri del Post, el primero en abrazarla nada más al bajar de las escaleras del avión estatal.
Momentos intensos, cerrados a la prensa para preservar su tranquilidad, con apenas un breve mensaje de voz enviado a sus compañeros de Chora Media, la empresa italiana de podcasts para la que trabaja Sala: "Hola, he vuelto". Mientras que su director, Mario Calabresi, contó la emoción que sintió todo el equipo editorial.
El regreso de Cecilia Sala fue acogido con satisfacción por el presidente de la República, Sergio Mattarella, que felicitó al jefe de Gobierno y telefoneó a la madre de la periodista, a quien había conocido en los días siguientes a la detención. El presidente agradeció a los protagonistas de la negociación compartida, a todas las autoridades y la oposición, empezando por la secretaria del Partido Demócrata (PD), Elly Schlein, y al líder del Movimiento 5 Estrellas (M5S), Giuseppe Conte. Y también por la Comisión Europea.
Antes de regresar a casa por la noche, Sala fue interrogada durante tres horas por los carabineros del ROS (el ente de operaciones especiales). Su padre Renato, relatando la historia que envolvió a su hija, explicó que "tuvo la impresión de una partida de ajedrez, no solo de dos jugadores, y que en cierto momento el tablero se llenó de gente".
Teherán, por ejemplo, que jugó este juego de forma ambigua. El régimen, aunque negó oficialmente que quisiera utilizar a Sala como moneda de cambio para Mohammad Abedini, inmediatamente después de la liberación de la periodista filtró la esperanza de que el ingeniero detenido en Milán a petición de los estadounidenses "regresará pronto a casa".
Los jueces italianos y, en última instancia, el ministro de Justicia, Carlo Nordio, están llamados a expresar su opinión sobre las condiciones de su encarcelamiento y extradición.
El tercer jugador en este tablero fue Washington. El diálogo con Roma fue constante y Meloni también voló a Florida para hablar directamente con Donald Trump. Obteniendo como resultado, según el periódico The Wall Street Journal, que el presidente electo diera luz verde a Roma para no extraditar a Abedini.
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