A la luz de los anuncios realizados en los últimos meses por el presidente electo y de las decisiones tomadas durante su primer mandato, parece que se vislumbran escenarios muy diferentes en materia de investigación según los sectores.
Quienes estudian las ciencias del clima y de la Tierra imaginan un futuro bastante difícil, y a quienes se dedican a la biomedicina les resulta difícil olvidar las posiciones adoptadas por Trump durante la pandemia de Covid-19.
También están vívidos los recuerdos de los intentos de recortar la financiación a algunas agencias gubernamentales, como los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y la Agencia de Protección Ambiental (EPA), pero estos fueron limitados por una votación en contra en el Congreso. Pero ahora, señalan los expertos de Nature, los representantes del Congreso pueden tener una actitud más favorable hacia la reducción del gasto federal.
Los expertos en clima recuerdan bien cuando, en 2020, Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París para reducir las emisiones de CO2, una decisión que fue revocada por su sucesor Joe Biden y que Trump ahora podría volver a seguir. Una elección que, subraya Nature, podría tener un impacto en la transición verde a nivel global.
El escenario es más prometedor para las llamadas industrias del futuro, como las relacionadas con la inteligencia artificial y las tecnologías cuánticas. "Trump y Biden pueden chocar en todo lo demás, pero en inteligencia artificial y tecnología cuántica están sincronizados", dice Mohammed Soliman, director del programa de tecnologías estratégicas y ciberseguridad del Near East Institute en Washington.
"La IA y la cuántica son las nuevas líneas de frente en la rivalidad entre Estados Unidos y China, y ambos lo saben. No se trata sólo de política", añade, "sino de una carrera armamentística tecnológica".
Por fin, un futuro prometedor para la exploración espacial: hay pocas dudas sobre el apoyo de Trump al espacio, también a instancias de su aliado Elon Musk, pero hay muchas dudas sobre el futuro del programa de exploración lunar Artemis.
El cohete SLS desarrollado por la NASA es de hecho muy caro, alrededor de 4.000 millones de dólares por cada lanzamiento, y esto podría empujar al gobierno a cambiar sus planes hasta el punto de cancelarlo para depender enteramente del Starship de SpaceX.
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