Salam, actual presidente de la Corte Internacional de Justicia, es considerado un representante de una clase política cercana a los países occidentales y a las naciones árabes del Golfo.
En solo cuatro días, desde la elección de Aoun hasta la nominación de Salam, se vislumbra el fin de una crisis institucional que ha durado más de dos años y que ha acompañado al Líbano en su lucha, desde 2019, contra la peor crisis financiera de su historia.
El nombramiento de Salam, de 71 años y proveniente de una prestigiosa familia política de Beirut, es en parte resultado de los cambios en los equilibrios regionales, iniciados con la guerra entre Hamás e Israel en 2023.
Este proceso continuó con la derrota de Hezbolá y su aliado iraní en el Líbano el pasado otoño, y la reciente disolución del poder de la familia Assad en Siria, aliados de Rusia y de la República Islámica de Irán.
El cambio, ya señalado en el discurso inaugural del presidente Aoun, se concretó con la clara mayoría obtenida por Salam frente al primer ministro saliente, Najib Mikati, acusado de corrupción y considerado representante del antiguo régimen.
Salam obtuvo 84 de los 128 votos, mientras que Mikati recibió solo 9. Hezbolá y su aliado Amal se abstuvieron, como ya lo hicieron en la primera ronda de elecciones presidenciales.
Sin su líder histórico, Hasan Nasrallah, eliminado por Israel a finales de septiembre, Hezbolá ha perdido fuerza tras la escalada militar del otoño pasado e intentó sin éxito retrasar el nombramiento de Salam.
El presidente Aoun, señalado como cercano a Estados Unidos y a los países árabes del Golfo contrarios a Irán, exigió que los diputados de Hezbolá declararan sus intenciones de voto, lo que subrayó el cambio de dinámicas políticas. La derrota política de Hezbolá quedó evidenciada en la expresión de sus representantes al salir de las reuniones con el jefe de Estado.
Nawaf Salam, de confesión sunita, cumple con las disposiciones del Pacto Nacional, un acuerdo no escrito de 1943 que estipula la distribución de los principales cargos políticos del Líbano en función de las comunidades religiosas.
Según este pacto, el presidente de la República debe ser cristiano maronita, el primer ministro sunita y el presidente del Parlamento chiita.
Tanto Salam como el presidente Aoun han señalado en varias ocasiones la necesidad de superar esta división confesional para construir un modelo de gobierno basado en el Estado de derecho, donde los derechos y deberes sean iguales para todos los ciudadanos.
Este objetivo representa un desafío monumental, pero muchos consideran que ya ha comenzado.
Por otro lado, Aoun sostuvo una conversación telefónica con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien lo felicitó por su elección y destacó el compromiso de Italia con el cese al fuego entre el Líbano e Israel.
Meloni también resaltó el papel clave de Italia en la misión UNIFIL, la operación bilateral MIBIL y la coordinación del apoyo internacional a las Fuerzas Armadas libanesas.
Aoun también recibió felicitaciones del secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, quien destacó el nombramiento oportuno de Nawaf Salam.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA