Un cara a cara en el que Jolani garantizó que todas las armas presentes en el país pasarán a estar bajo control estatal, incluidas las que se encuentran en poder de las fuerzas dirigidas por los kurdos, detestadas por Ankara.
Las "facciones armadas comenzarán a anunciar su disolución y a incorporarse" al ejército, señaló durante la rueda de prensa.
El nuevo rumbo político que Siria muestra que quiere emprender incluye también la entrada en escena de una mujer, Aisha al-Dibs, nombrada jefa de la oficina para asuntos de la mujer en la administración provisional del país, creada tras la caída del régimen.
Dibs se convierte así en la primera funcionaria de alto nivel seleccionada en la nueva estructura político-gubernamental de Damasco. La mujer, que anteriormente trabajó en ayuda humanitaria, se describió a sí misma en su cuenta de redes sociales como "una activista centrada en el desarrollo de las féminas y el trabajo humanitario". "Somos progresistas en esta oficina en lo que respecta a las oportunidades de las mujeres", dijo a Al Jazeera.
Un cambio de perspectiva después de que cientos de personas salieran a las calles de Damasco en los últimos días, temiendo que Siria se convirtiera en un Estado confesional y exigiendo mayores derechos para las mujeres.
En apoyo del acercamiento entre Turquía y Siria, que durante mucho tiempo han sido enemigos bajo el liderazgo de Assad, la petición del Ministro Fidan de levantar las sanciones internacionales contra Damasco "lo antes posible" para permitir que el país se recupere y los refugiados regresen a casa. A continuación, el ministro turco se quitó algunas piedras del zapato, en referencia al apoyo de Estados Unidos a los combatientes kurdos en Siria, a quienes Ankara asocia con su enemigo interno ilegalizado, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán: Trump entenderá de qué lado está, dijo Fidan.
"Cuando se consideran los intereses de Estados Unidos, cuando se hace un cálculo para ver si Turquía o una organización terrorista como el PKK es más importante, Trump comprende inmediatamente la ecuación", explicó el ministro de Recep Tayyip Erdogan.
Al eje entre Ankara y Damasco se opone el Irán chiita, aliado histórico del régimen Bashar al-Assad, que a través de su líder supremo, Ali Jamenei, ha advertido a Jolani de que sus días están contados.
El ayatolá describió a los militantes islámicos actualmente en el poder como un "grupo de insurgentes", esperando que "el grupo sea derrotado por los jóvenes sirios".
Ellos "llegaron al poder en Siria con la ayuda y conspiraciones de Estados extranjeros", y también "abusaron de la debilidad interna de Siria y crearon caos e inseguridad en este país", advirtió Jamenei. "Pero pronto se formó un grupo fuerte y honorable que, si Dios quiere, los superará", disparó el líder político y religioso desde Teherán.
Por su parte, Jolani, reunido con una delegación libanesa encabezada por el líder druso Walid Jumblatt, aseguró que la nueva Siria, desconectada de Teherán, ya no ejercerá una influencia "negativa" en el Líbano y respetará su soberanía.
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