Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lanzaron una serie de "ataques dirigidos" contra "objetivos", incluyendo puertos, centrales eléctricas, depósitos de combustible, barcos, entre la capital Sana'a y la costa occidental, además del puerto de Hodeida.
"Líderes hutíes, están advertidos: el largo brazo de Israel también les alcanzará", dijo el ministro de Defensa, Israel Katz, hablando por subterfugios al operador iraní.
Al menos nueve civiles murieron, según un balance de la milicia yemení, que promete que los ataques continuarán y cuyo portavoz, Yahya Saree, había reivindicado el lanzamiento de dos "misiles hipersónicos" dirigidos a "dos objetivos específicos y sensibles en la zona ocupada de Yaffa (nombre árabe de Jaffa)", a las puertas de Tel Aviv. Interceptados, según FDI, justo fuera del espacio aéreo israelí.
Y si Irán gritó "flagrante violación", Benjamin Netanyahu dijo: "Los hutíes aprendieron y aprenderán golpeando la cabeza contra la pared que quien ataca a Israel pagará un precio muy alto".
Según el primer ministro israelí, "después (del fin de) Hamás, de Hezbolá y del régimen de los Assad en Siria, los hutíes permanecieron como el último brazo del Eje del mal de Irán": una referencia al llamado eje de la resistencia construido por Teherán y destrozado en los últimos meses de la guerra.
En la Siria aún indefinida y penosa, sobre la que se concentran temores y expectativas, por primera vez una manifestación de mujeres invadió la calle de los Omeyas, en el centro de Damasco, en cuya mezquita el nuevo líder Abu Mohammad al-Jolani, dio su primer discurso como ganador.
La calle reivindicó los derechos de género, la democracia, un estado laico y no confesional y teocrático, siguiendo el modelo impuesto por los lobos talibanes afganos, que tiraron sus ropas de oveja después de unos meses. Precisamente de Al Yolani llegaron nuevas garantías en una entrevista con la BBC, en la que en realidad se mantuvo algo vago sobre el futuro interno, explicando únicamente que "un comité de expertos jurídicos redactará la nueva Constitución".
Sin embargo, recordó que "Siria es muy diferente de Afganistán y tiene tradiciones diferentes" y se mostró partidario de la educación femenina, que, según dijo, ya está garantizada en la provincia de Idlib, desde donde partió la marcha triunfal hacia Damasco.
En cuanto a las relaciones con la comunidad internacional, Al Jolani afirmó que los sirios están "agotados por la guerra" y no pretenden "amenazar a los países vecinos ni a Occidente".
Según él, la nueva milicia-paraguas Hayat Tahrir al-Sham (HTS) debería ser eliminada de la lista de organizaciones terroristas por parte de la ONU, Estados Unidos, Unión Europea y Reino Unido, porque "nunca atacó a civiles o áreas habitadas por civiles".
Y Siria debería ser aliviada del peso de las sanciones internacionales, porque, dijo el nuevo líder, "fueron hechas para golpear al viejo régimen", mientras que "la víctima y el verdugo no deben recibir el mismo trato". Un deseo, este último, que encontró una primera línea en el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que aludió a la posibilidad de levantar las sanciones contra Siria como "gesto solidario".
"Debería haber al menos un primer gesto de solidaridad con el pueblo sirio hasta que se cumplan las condiciones para la eliminación de todas las sanciones", dijo Guterres, evocando la "llama de esperanza" que se encendió en el incendio general del Medio Oriente, con la caída del sanguinario régimen de Bashar al Assad, y que "no se debe apagar".
De ahí la petición a Israel de poner fin a sus ataques aéreos que violan la integridad y soberanía sirias.
Desde Estambul, donde reunió a los principales estados musulmanes del D-8, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, invitó a unirse para aislar al estado judío, imponiendo sanciones y alentando las acciones penales, sabiendo que se dirige también a sus rivales directos, en primer lugar, Irán, al que aspira a quitar la bandera de actor protagonista en Medio Oriente tras el fracaso en Siria.
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