"Madama Butterfly" de Giacomo Puccini volvió anoche, para emocionar al público que abarrotó el Teatro delle Muse de Ancona -en el centro de Italia- con motivo del centenario de la muerte del compositor, recibido con siete minutos de aplausos.
Lo hizo gracias a un reparto de primer nivel, amalgamado en todas sus partes, en el que destacó la soprano griega Myirto Papatanasiu en su debut en el papel de Cio-Cio-San, y a la impecable dirección del maestro italiano Francesco Angelico (ambos elogiados entre ovaciones), en el podio de la Orquesta Sinfónica estuvo Gioachino Rossini y el Coro Lírico Marchigiano Bellini preparado por Francesco Calzolaro.
Un éxito al que la ambientación tradicional japonesa contribuyó a darle eficacia y claridad, dirigida por la fallecida cantante Renata Scotto, en la puesta en escena de su colaborador Renato Bonajuto. Un desafío ganado por ambos. Por un lado, Papatanasiu, cuya vocalidad supo acompañar magistralmente el cambio psicológico de la protagonista de una ingenua novia de quince años a una mujer desilusionada y traicionada, otorgando al personaje la solemnidad de los gestos japoneses y la elegante belleza de su figura esbelta.
Y también por Angelico, un músico activo principalmente en el extranjero, que debutaba en su primera ópera en Italia con "Butterfly". Una dirección suya, que había anunciado, quería ser "transparente" al analizar la extrema riqueza de la partitura en la que se reflejan todas las inquietudes de los albores del siglo XX, y "lineal" al expresar la relación entre las voces y la orquesta, algo con lo que dio en el blanco.
Para enmarcar la historia de la geisha, poco más que una niña, casi forzada a casarse por diversión y placer con el sin escrúpulos teniente de la Armada estadounidense Pinkerton, que le hará sacrificar su familia, sus afectos y su religión, emerge una 'casa' japonesa construida sobre palets de madera, con paneles finamente decorados con motivos florales y largas ventanas de cristal desde las que se puede ver un cerezo en flor.
Una puesta en escena fija y esencial, comisariada por Laura Marocchino y procedente del Teatro Coccia de Novara, combinada con el refinado vestuario de Artemio Cabassi, que marca (desde hace tres años) la espera de la joven del novio, que la abandonó después de la boda y regresará con su "verdadera esposa americana" para recuperar al hijo que ella ha dado a luz mientras tanto.
El sueño roto no solo de amor, sino de una vida mejor, que también antepone la arrogancia colonialista de Occidente a la delicadeza oriental en los movimientos de los protagonistas, hasta el suicidio de Batterfly, que lo ha perdido todo. La acompaña en su camino de sufrimiento la fiel camarera Suzuki, interpretada con perfecto apego al papel por Manuela Custer, al igual que las actuaciones de los otros dos protagonistas, Sergio Vitale (Sharpless) y Giuseppe Infantino, de apenas treinta años (Pinkerton), prometedor tenor con un bello timbre vocal.
Buenas actuaciones también por los demás miembros del reparto: Raffaele Feo (Goro), WooSeoc Choi (Príncipe Yamadori), Yongheng Dong (Tío Bonzo) y Valentina Dell'Aversana (Kate Pinkerton), junto con Rza Khosrovzade (Comisionada Imperial) Alessandro Pucci, Valentina Chiari, Tamara Uteul.
Además fue muy aplaudida la pequeña Ashlly Pérez, en el papel del hijo de Butterfly, una actriz nata. Coproducida por el Teatro dell'Opera Giocosa de Savona y por las Fundaciones Teatro delle Muse y Rete Lirica delle Marche, la ópera se repetirá mañana en el mismo escenario.
Puccini escribió cinco versiones de la ópera. La versión original, en dos actos, fue estrenada el 17 de febrero de 1904 en La Scala de Milán. Obtuvo muy mala recepción del público y la crítica, a pesar de la presencia de destacados cantantes como la soprano Rosina Storchio, el tenor Giovani Zenatello y el barítono Giuseppe De Luca en los papeles principales.
La segunda versión revisada que conquistó a la audiencia se estrenó en Brescia el 28 de mayo de 1904. Otra versión se estrenó en Argentina el 2 de julio de 1904 en el Teatro de la Ópera, Buenos Aires. En 1908 se estrenó en el nuevo Teatro Colón de la capital argentina, representándose durante 29 temporadas con fantástico éxito.
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