Sería un evento que marcaría un hito para el planeta, y que podría modificar los vientos y las corrientes oceánicas, provocando fenómenos climáticos extremos en todo el planeta.
Así lo indica el estudio publicado en la revista Nature Communications liderado por la Universidad Americana de Colorado en Boulder y la Universidad de Gotemburgo en Suecia. Los investigadores utilizaron más de 300 simulaciones por computadora para identificar la fecha, y las mismas simulaciones indican, sin embargo, que una reducción drástica de las emisiones contaminantes podría retrasar el momento en que el océano más septentrional estará libre de hielo.
Según los investigadores, podemos hablar de un Ártico libre de hielo cuando su extensión desciende por debajo del millón de kilómetros cuadrados. Este año la extensión mínima alcanzada fue de 4,28 millones de kilómetros cuadrados: no es el valor más bajo jamás alcanzado, que sigue siendo el de 2012, pero sigue representando una clara disminución respecto a la media de 6,85 millones de kilómetros cuadrados observada entre 1979 y 1992.
De 300 simulaciones realizadas por Céline Heuzé, de la Universidad sueca, y Alexandra Jahn, de la Universidad estadounidense, nueve indicaron que el primer día libre de hielo en el Ártico podría ocurrir dentro de tres años: un escenario extremo, por lo tanto, pero posible.
Para provocarlo bastarían 3 o 4 años consecutivos en los que a un otoño inusualmente cálido le sigan un invierno y una primavera suaves, condiciones que ya se han producido y que podrían repetirse cada vez con más frecuencia gracias al cambio climático en curso.
Estos resultados están en línea con los de otro estudio publicado el pasado mes de marzo en la revista Nature Reviews Earth & Environment, según investigadores también dirigidos por la Universidad de Colorado en Boulder, el Ártico podría vivir su primer día sin hielo entre los 20 y 30 años del 2000, en un día de finales de agosto o principios de septiembre.
La expresión "libre de hielo" (ice-free) es usada por la comunidad científica para referirse al momento en el que la extensión helada del Ártico sea inferior al millón de km². Como explica Jahn: "Este umbral se viene usando desde hace más de una década en estudios científicos, ya que si bien el área de hielo marino de un millón de kilómetros cuadrados no es pequeña en términos absolutos, al estar al norte de Groenlandia y el archipiélago ártico canadiense, deja 93% del océano Ártico libre de hielo marino". Es decir, que aunque habrá hielo, ya no será un océano helado, alerta Greenpeace desde su página online.
La ONG acota que, según la investigación, "los impactos en el propio hielo, en los ecosistemas y hasta en la geopolítica ya vienen produciéndose en los últimos años". Sin embargo, cuando la mayor parte del Ártico esté libre de hielo, se volverá más fácil de navegar incluso para barcos no reforzados, lo que tendrá profundas consecuencias para los cetáceos y otros mamíferos marinos.
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